Hay veces en
las que las oportunidades de aventura llegan a tí y tienes dos opciones. Una:
recordar que tienes algo que hacer y largarte de ahí o... Ver que se esconde y
seguir adelante. La mayoría de las personas se dan la vuelta y regresan a su
casa, pero no todas. Eso me recuerda otro episodio de las historias de mi
callejón, una cosa...un poco oscura.
*
* *
Todo iba mal. Había salido en primera plana en el periódico local. Todos
se habían quedado de piedra cuando le habían encontrado en la cama. Beth
había desaparecido. Bueno, más bien se había largado. Y David parecía haberse
encerrado dentro de si mismo para no volver a salir. Las ventanas de la
librería estaban cerradas a cal y canto y el contrachapado bajado. Y para más
INRI todo el pueblo se había volcado con el caso de J.J. Todos eran unos
verdaderos idiotas que no entendían nada. Pero él si. Nick Elliot encendió un
pitillo y aspiró.
-Maldita sea, hasta muerto llama la atención.
Pateó una piedra y esta rodó por la acera. Se perdió bajando la calle,
hacia la zona del río, fuera del callejón. Nick siguió caminando tras la
piedra. Llevaba dándole golpecitos toda la mañana y corriendo tras ella
mientras encendía un cigarro tras otro. <<Dios, no se que narices me está
pasando hoy...Tengo la cabeza en otro lado>> Se llevó el pitillo otra vez
a los labios y volvió a aspirar. Le quemaba la garganta, pero parecía ser la
única cosa que le quitaba el pensamiento de Beth y de J.J. La piedrita se paró
justo al chocar contra la rueda de un viejo carro de madera. Nick alzó la vista
y se fijó en un cartel bastante desgastado prendido con clavos a la pared del
carromato. "Nuevo espectáculo de marionetas de El Gran Charles Puppett. Lo
nunca visto, la magia detrás de los hilos. ¡Marionetas vivientes! Entrada
libre." Nick exhaló una bocanada de humo que dio de lleno en el cartel.
<<Hoy a las doce de la noche en el viejo teatro abandonado>>
-Así que marionetas vivientes...-Suspiró y lanzó una sonrisa idiota al
suelo.- A Beth le hubiese encantado. Incluso al idiota de J.J. le hubiese
resultado interesante.- <<Y puede que David también hubiese salido de su
odioso agujero>>
Arrancó el cartel de golpe, lo dobló y se lo guardó en el bolsillo. Esa
noche iría al teatro, aunque solo fuese en memoria de J.J. y Beth. Aunque más
por Beth.
-Espero que sea lo suficientemente bueno como para sacarme todos los
problemas de la cabeza.
Cuando oscureció, se puso su gabardina negra sobre su camiseta también
negra y se arregló un poco el pelo rubio despeinado. Si iba a ir, iba a ir
bien. Por un momento pensó en llamar a David a la librería, pero se echó atrás
en el último momento. Sin más, siguió caminando hacia el teatro abandonado.
Llegó a la carrera cinco minutos después, eso le pasaba por salir tarde de
casa. Pero podía volver a la hora que quisiese. <<Al fin y al cabo no me
espera nadie...>> Cuando recuperó el aliento, miró el reloj y se dio
cuenta de que le faltaban apenas dos minutos para que la sesión comenzase. Se
echó una última carrera hacia la entrada medio derruida y empujó la puerta.
Y entró.
Dentro todo estaba oscuro. Él nunca había entrado en el viejo teatro
abandonado, por lo que se sentía fuera de lugar en aquel sitio. Pero desde
luego no era normal que todo estuviese a oscuras. <<¿Me he equivocado de
fecha? No...Estoy seguro de haberlo leído bien. Era hoy.>> Caminó un poco
hacia al centro de la sala, pero la única luz que había allí era la de su
cigarro. De repente, en medio de aquella oscuridad, sintió un ligero pinchazo
en el brazo.
-¡Ah! Mierda.-Se frotó el lugar en el que le había picado. Justo
en el cod.- ¿Qué narices ha sido eso?
-Oh, tranquilo.-Respondió una voz desde algún punto indefinido de
la sala, muy cerca de él.- Esto solo te dolerá un poco.
Y luego sintió otro picotazo. Y otro, y otro. Aquello que le
estuviese picando le recorría todo el cuerpo y lanzaba mordiscos aquí y allá,
en las muñecas, los codos, la nuca, las rodillas, los tobillos... En todas las
extremidades, hasta que no quedó un solo lugar sin picar. Y en ese momento valió
un ligero tirón para que ya no tuviese el control de si mismo. Sus brazos y
piernas se movían por si solas, sin que él pudiese controlarlas. Comenzó a
sudar. Le dolían los sitios donde aquello se le había clavado en la piel. Le
ardían. A cada tirón, a cada movimiento parecía que le desgarraban la piel,
tira a tira. Y ya no era dueño de sí mismo. <<¿Qué es esto? Por
qué...¿Por qué no puedo moverme?>> Intentó hablar, pero era inútil,
parecía cómo si le hubiesen cosido los labios. Con cigarrillo y todo.
-¡¡BIENVENIDAS SEÑORAS Y SEÑORES!!-Sonó la misma voz amplificada por
toda la sala. Un foco blanco se encendió e iluminó a Nick desde arriba. Sin
quererlo, se vio obligado a hacer una reverencia frente a todo el público.
Porque había público. No los veía, pero los sentía, sentía sus sonrisas, sus
miradas sobre él, juzgándole, divirtiéndose con él. Como si fuese una
marioneta. Se miró y entonces los vio. De él salían unos finos hilos plateados
que ascendían y se perdían en el techo. Y le dolía. Cómo si no estuviesen
prendidos a su carne, sino a su alma.- ¡¡EL ESPECTÁCULO PUEDE COMENZAR!!
Y esa fue la primera vez se le cayó el cigarro de la boca, al tener que
sonreír de oreja a oreja.
LITERALMENTE