sábado, 1 de septiembre de 2012

Recuerdo su último suspiro

      ¿Qué pasa cuando tu pasión te roba a la persona que más quieres? Y no me refiero a que te quiete tiempo para estar con tus seres queridos, no. Me refiero a que te la robe de verdad. Literalmente. Eso me recuerda una historia que sucedió aquí hace no mucho tiempo. Y pensar que todo comenzó por querer mantener el recuerdo...

*     *      *

      Se lo había dicho a si misma mil veces. Sabía que aquello no estaba bien, pero quería recordarlo todo para cuando se fuese. Beth abrió el arcón y desenvolvió la cámara con mucho cuidado. Le daba miedo que aquella reliquia se convirtiese en polvo en las manos, pero sabía que no iba a ser así. J.J le había advertido que no debía de coger la cámara, que era demasiado peligrosa. <<¿Peligrosa? ¿Cómo va a hacer daño algo tan bello como la capacidad de inmortalizar los recuerdos?>> Ella no tenía cámara propia así que se haía obligado a hacer caso omiso a J.J. Cuando se marchase de allí no sabría cuanto tiempo tardaría en olvidarle, a David, a Kate, a Elliot o a todos los demás. Por eso había pensado en hacerles una cuantas fotos para llevarlos siempre consigo. Ella sabía que J.J. tenía una antigua cámara  guardada en el desván, pero cuando se la había pedido él la había lanzado esa advertencia. 
      Miró su reloj de pulsera. Las doce y media de la noche. Se había colado por la ventana de la planta de abajo cuando se había cerciorado de que ya estaban todos dormidos y había subido al desván sin hacer el más mínimo ruido. Pero ahora llegaba la parte difícil del plan. Bajó las escaleras en calcetines, con las zapatillas en una mano y la cámara en la otra. Se acercó a la habitación de J.J. y abrió la puerta lentamente, evitando que hiciese ruido. Allí estaba él, metido en la cama y tapado casi hasta las cejas a pesar de que era primavera. Se acercó a la cama y se puso de cuclillas enfrente de él. Estaba tan...tranquilo. Después de lo que había pasado con David en esas últimas semanas era precioso verle así de plácido. Entre ellos las cosas no iban demasiado bien, pero J.J. no tenía por qué pagar por los cambios de humor de David. 
       Y ella quería inmortalizarle así, tranquilo, plácido, hermoso. Respiraba pausadamente, y se revolvía de vez en cuando pero le resultaba tan bello que decidió que ese era el mejor momento. Puso el objetivo y enfocó la lente. La luz no era del todo buena, pero la luna alumbraba lo suficiente la habitación. "CLICK" Ya estaba. La foto salió por la ranura de la cama y la miró. Seguro que era...perfecta. Ahora solo quedaba esperar a que se rebelase. Miró de nuevo a J.J. <<Es al que más voy a echar de menos...Y lo peor es que él nunca lo va a saber>> Le besó en la mejilla. Era lo más cerca que iba a estar de él pero...estaba frío. Pálido, helado, blanco, rígido...muerto. Ahogó un grito. <<No...no puede ser...>> La foto se le escapó de las manos y cayó entre las sábanas. En una imagen estática, J.J. se debatía por salir de la cama, por escapar de una niebla blanquecina que se le colaba por la garganta y parecía colarse en la cámara. Y entonces se dio cuenta de porque la foto parecía tan real. Esa era la última foto del último aliento de su amor. La cámara le había robado el alma y sin alma...solo era un montón de carne y huesos tendidos en la cama.

¿De verdad un recuerdo valía tanto cómo para perderle? 



viernes, 31 de agosto de 2012

Sangre y tinta


      ¿Sabéis por qué sigo viviendo en esta vieja librería? Por que los libros tienen alma. No me refiero a un alma espiritual, la que sube al cielo cuando mueres. No. Yo me refiero a que los libros tienen vida. Y por eso hay que tratarlos con tanto cuidado. Porque si te encuentras con libros…normalitos bueno, todo puede ir bien. El problema es cuando a tus manos llega un libro especial. Recuerdo una historia muy, pero que muy especial. La historia del joven hijo del antiguo dueño de mi librería…

*      *      *

       David se levantó por la mañana temprano. Se miró al espejo y se miró a si mismo y a sus ojos azules. <<Dios…Mi vida no tiene sentido…>> Desde hacía unos meses su padre estaba enfermo y él, a sus quince años, se tenía que encargar de la librería. Ya ni siquiera iba a la escuela. Se pasó el cepillo por el pelo sin penas peinarse y bajó a la librería.
      Abrió la puerta, levantó la chapa y barrió el suelo. En toda la mañana nadie entró en la tienda. <<Como siempre. Siempre está vacía.>> Su vida ere una mierda. Se pasaba todo el día trabajando o apoyado en el mostrador. Sin saber porqué sus ojos se desviaron a su muñeca derecha. Allí estaban. Las cuatro cicatrices horizontales. Resopló y se levantó a duras penas. No era momento para aquello, en la parte trasera de la tienda quedaban un montón de libros por ordenar y no lo iban a hacer ellos solitos.
      Mientras estaba ahí detrás, la campanilla de la puerta sonó. En lo que pedía un segundo para terminar de colocar los libros la campanilla volvió a sonar. David dejó los libros y corrió hacia la tienda. Allí ya no había nadie. Solo un libro encima del mostrador. Lo cogió y lo levantó. Las letras doradas brillaron. <<”Cinderbell”>> Lo abrió y se encontró las páginas en blanco. Las hojeó todas. Ninguna estaba escrita.
      Nadie volvió a entrar en la librería en todo el día. Ya en su habitación cogió la cuchilla de afeitar de su padre y dejó el libro junto al lavabo. Se miró de nuevo al espejo y vio sus ojeras. <<Yo…no estoy haciendo nada malo…Solo…quiero…quiero que todo esto acabe…>> Cogió la hojilla y la acercó a su muñeca. En un primer momento no sintió nada, apenas el palpitar de su corazón acelerado, pero cuando el metal se hundió en la carne y el líquido rojo comenzó a manar y a gotear sobre el lavabo, se sintió liberado. Notaba el frío del acero dentro de él, cómo si le poseyera, cómo si le llenase por dentro y la sensación de ver cómo aquellas pequeñas gotitas rojas pintaban tan armoniosamente el blanco de la piedra del lavabo le hacía sentir cómo si estuviese en otro lugar. Puso la hojilla bajo el grifo y dejó que el agua la limpiara y le limpiase. Sin querer le dio un codazo al libro que cayó al suelo y se abrió. <<Oh, mierda.>> Se agachó a recogerlo, una gota de su sangre cayó a una de las páginas y sin más…desapreció. Al segundo brotaron unas letras rojas en el papel:

Solo una gota de sangre vale para comenzar la guerra. David Luxor, déjate arrastrar al infierno que tú mismo has creado. Deja que tus pesadillas se conviertan en realidad y véncelas. La sangre derramada se cobrará su precio. Ahora, responde, ¿Quieres escapar a tu destino?




      

jueves, 30 de agosto de 2012

GIFTERS: "Prólogo"

      Bueno blogueros, lo prometido es deuda: Aquí está el prólogo de Gifters, espero que lo disfrutéis y ya sabéis, ¡No os olvidéis de comentar! :) Bienvenidos a mi historia.


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GIFTERS
    
      Esta es una historia que trata sobre un tipo de gente especial. Gifters. Así nos ha catalogado el gobierno del pentágono mundial. Gift significa don o regalo, asique se podría decir que somos “dotados”. ¡Eh! No os penséis que somos bichos raros, solo hacemos cosas que lo demás no pueden. Para que lo sepáis, la capacidad cerebral de un humano normal y corriente normalmente no supera el diez porciento, pero la nuestra puede llegar a tener cotas mucho más altas dependiendo de las zonas cerebrales que tengamos activas. Así, podemos comunicarnos con otras especies, adoptar otras formas, poseer cuerpos, crear nuevas realidades… Y todo al margen de lo que vosotros vivís. 
      Mi nombre es Nara. Nara Gwen. Soy una transformista del tipo Metazoo. Eso significa que me puedo transformar en cualquier animal. Soy la capitana de un escuadrón que forma parte de la C.R.O.N.O.S., una corporación secreta de Gifters. Estamos asociados de manera que -pese a que el Pentágono Mundial controla y administra el poder y la ley por todo el mundo- nosotros nos encargamos de poner orden y resolver los conflictos en numerosas localizaciones al margen de la ley.
      Hay quién podría llamarnos superhéroes, pero en realidad somos tan humanos como cualquiera de vosotros. La mayoría de los nuestros han tenido una vida dura y se han afianzado en los pocos amigos en los que pueden confiar. Otros han muerto al no querer protección o simplemente por ataques de otros seres. Nosotros simplemente hemos escogido un camino distinto del vuestro para protegeros. Sabemos que no podemos crear un mundo perfecto, pero intentamos mantener a raya a las distintas mafias mundiales, asesinos, cazadores furtivos, ladrones… En definitiva, arriesgamos nuestra vida por vosotros los humanos.
      Puede que alguna vez nos veáis por la calle, pasaremos a vuestro lado y pensaréis que somos personas normales y corrientes pero puede que, hasta solo por pasar por allí, ya os hallamos salvado la vida. Puede que, incluso veáis algo que no deberíais haber visto: ovnis, monstruos, fantasmas… Todo eso es a causa de nosotros, así es cómo los humanos llaman a lo que nosotros hacemos. Epejismos, transformaciones, combustiones espontáneas, todo.
      Pero si aún no me creeís, si aún pensáis que estoy un poco zumbada, os voy a contar una historia lo suficientemente loca y disparatada como para que me creáis. La historia en la que os realato mi vida, la de mis compañeros, y lo difícil que es ser “raro” en ciertas ocasiones, pero también del mundo que hemos creado al margen vuestro. La verdad es que fue curioso como empezó todo, y fue justamente asi…