viernes, 31 de agosto de 2012

Sangre y tinta


      ¿Sabéis por qué sigo viviendo en esta vieja librería? Por que los libros tienen alma. No me refiero a un alma espiritual, la que sube al cielo cuando mueres. No. Yo me refiero a que los libros tienen vida. Y por eso hay que tratarlos con tanto cuidado. Porque si te encuentras con libros…normalitos bueno, todo puede ir bien. El problema es cuando a tus manos llega un libro especial. Recuerdo una historia muy, pero que muy especial. La historia del joven hijo del antiguo dueño de mi librería…

*      *      *

       David se levantó por la mañana temprano. Se miró al espejo y se miró a si mismo y a sus ojos azules. <<Dios…Mi vida no tiene sentido…>> Desde hacía unos meses su padre estaba enfermo y él, a sus quince años, se tenía que encargar de la librería. Ya ni siquiera iba a la escuela. Se pasó el cepillo por el pelo sin penas peinarse y bajó a la librería.
      Abrió la puerta, levantó la chapa y barrió el suelo. En toda la mañana nadie entró en la tienda. <<Como siempre. Siempre está vacía.>> Su vida ere una mierda. Se pasaba todo el día trabajando o apoyado en el mostrador. Sin saber porqué sus ojos se desviaron a su muñeca derecha. Allí estaban. Las cuatro cicatrices horizontales. Resopló y se levantó a duras penas. No era momento para aquello, en la parte trasera de la tienda quedaban un montón de libros por ordenar y no lo iban a hacer ellos solitos.
      Mientras estaba ahí detrás, la campanilla de la puerta sonó. En lo que pedía un segundo para terminar de colocar los libros la campanilla volvió a sonar. David dejó los libros y corrió hacia la tienda. Allí ya no había nadie. Solo un libro encima del mostrador. Lo cogió y lo levantó. Las letras doradas brillaron. <<”Cinderbell”>> Lo abrió y se encontró las páginas en blanco. Las hojeó todas. Ninguna estaba escrita.
      Nadie volvió a entrar en la librería en todo el día. Ya en su habitación cogió la cuchilla de afeitar de su padre y dejó el libro junto al lavabo. Se miró de nuevo al espejo y vio sus ojeras. <<Yo…no estoy haciendo nada malo…Solo…quiero…quiero que todo esto acabe…>> Cogió la hojilla y la acercó a su muñeca. En un primer momento no sintió nada, apenas el palpitar de su corazón acelerado, pero cuando el metal se hundió en la carne y el líquido rojo comenzó a manar y a gotear sobre el lavabo, se sintió liberado. Notaba el frío del acero dentro de él, cómo si le poseyera, cómo si le llenase por dentro y la sensación de ver cómo aquellas pequeñas gotitas rojas pintaban tan armoniosamente el blanco de la piedra del lavabo le hacía sentir cómo si estuviese en otro lugar. Puso la hojilla bajo el grifo y dejó que el agua la limpiara y le limpiase. Sin querer le dio un codazo al libro que cayó al suelo y se abrió. <<Oh, mierda.>> Se agachó a recogerlo, una gota de su sangre cayó a una de las páginas y sin más…desapreció. Al segundo brotaron unas letras rojas en el papel:

Solo una gota de sangre vale para comenzar la guerra. David Luxor, déjate arrastrar al infierno que tú mismo has creado. Deja que tus pesadillas se conviertan en realidad y véncelas. La sangre derramada se cobrará su precio. Ahora, responde, ¿Quieres escapar a tu destino?




      

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